Es hora de los Campeones

Los jugadores del CD Alhaurino celebran un gol en Villacarrillo

Alhaurín el Grande contiene el aliento. La historia, esa que tantas veces ha mirado de reojo al Miguel Fijones, se prepara para hacer una reverencia. Este domingo a las 12.15 horas el templo azulillo se vestirá de gala para presenciar una jornada que quedará grabada en la memoria colectiva del pueblo. El CD Alhaurino, ese escudo centenario forjado con sudor, coraje y pasión, está a noventa minutos de coronarse campeón de la División de Honor.

Pero este campeonato no es solo una conquista. Es un viaje. Una historia forjada entre barro, viajes largos, goles agónicos y victorias imposibles. Como aquella, hace apenas una semana, en Villacarrillo, donde el Decano logró lo que nunca antes había conseguido: vencer en una de las plazas más duras de la categoría. A fuerza de corazón, con el cuchillo entre los dientes y el escudo como estandarte, el Alhaurino se impuso por primera vez en el Veracruz, y lo hizo en el momento justo, cuando los campeones de verdad dan un paso al frente.

Aquella victoria no fue solo un resultado sino una declaración. Fue el rugido de un equipo que se niega a bajar la cabeza, un equipo que ha llevado el peso de una temporada entera con el alma puesta en un nombre, es un homenaje. Es justicia poética. Es el tributo más puro que se puede rendir sobre el césped a quien tanto dio desde el corazón y el alma: Francisco Javier Guzmán Rueda, “Kiki”. El eterno guía silencioso de tantas gestas que verá cómo su legado se transforma en gloria.

No es solo un punto lo que separa al Decano del Fútbol Malagueño de la cúspide. Frente al Alhaurino estará el Loja CD, rival digno, curtido, que buscará su propio sitio en esta epopeya. Pero la tarde no les pertenece. El viento, la grada, el eco de los pasos sobre el verde… todo grita a favor del Alhaurino. Cada niño con la camiseta azul, cada anciano que ha visto pasar décadas de pasión en las gradas del Fijones, empujará con el alma.

El fútbol, a veces, guarda en el bolsillo un poco de justicia. Y este domingo, cuando el Loja CD salte al césped del Fijones, sabrá que no juega solo contra once futbolistas. Juega contra un pueblo. Contra una historia. Contra un legado que late en cada grada y en cada balón dividido. Porque Kiki no se ha ido: vive en cada decisión acertada, en cada joven que sube desde la cantera, en cada fichaje que dio resultado, en cada abrazo que dejó en vida y que hoy se transforma en ovación.

El Miguel Fijones rugirá como nunca. No importará si el marcador refleja empate o victoria. Desde el primer pitido, los once gladiadores azulillos llevarán a Kiki en el pecho. Cada pase, cada corte, cada sprint será por él. Y si el fútbol respeta la épica, si el destino honra a sus héroes, el pitido final sellará una victoria inmortal: el título de campeón.

Y entonces, cuando el árbitro señale la conclusión del acto, el cielo de Alhaurín el Grande se teñirá de azul y blanco. No habrá tristeza en el recuerdo, solo gratitud. El Fijones se convertirá en santuario, y un pueblo entero, entre lágrimas y abrazos, gritará al unísono: ¡Alhaurino Campeón, somos de Tercera Federación!.